
Dije basta, y arranque hacia 18 de Julio y Paraguay decidido por completo. Apenas entré una chica me pregunta en que puede servirme, le pregunto si tiene lo que quiero y luego de una afirmación me pide que la acompañe. Me detengo a admirarlo con emoción, hacia como un año que no compraba uno de esos. Con la ansiedad de un adolecente le digo a la chica que me lo llevo. Los billetes salen volando cual mariposas de mi billetera. Salgo apurado del local con ganas de acudir a ese ritual inigualable de abrirlo, me detengo, pienso un lugar donde llevar a cabo tal rito... me decido por almorzar algo rápido en Mc.Donalds. Entro, pido un combo-algo, daba igual. Cargo con la bandeja hacia una mesa ubicada en el punto mas lejano al pelotero (dado que estamos en vacaciones de julio hay gran cantidad de esos demonios enanos que en forma individual son adorables, pero en cantidades superiores a 2 aterran al mismisimo Satanas). Apoyo la bandeja, tomo un poco de coca para calmar la ansiedad y me dispongo a abrirlo. Estudio cuidadosamente ese envoltorio de nylon que lo recubre, lo quito, en ese momento mi entorno se llena del agradable olor plastico que emana del deslumbrante y terso papel impreso. Lo toco, corro mi dedo sobre su superficie y esbozo una sonrisa cuando queda pegado ante tanta tinta brillante. Lo abro y paso mi siguiente media hora escuchando un CD O-RI-GI-NAL y disfrutando de la lectura del "librito" que viene con el mismo.
Desde que descubrí el MP3 y desde que tengo una conexion a internet en casa con un burrito bajando musica y peliculas, habia olvidado lo hermoso de comprar cd's originales. Pero al final ese monton de archivos con extension mp3, sin nombre, letras, tapas, etc. terminan siendo el punto maximo en la insensibilidad humana. Con esto no quiero decir que estoy en contra de los mp3, solo digo que nada iguala al original.
Salute!
Killmenosnueve